martes, 13 de febrero de 2018

Broken.

Me ha costado 8 años ser consciente de dónde viene todo lo que tengo dentro, toda mi lucha interior, mi vena autodestructiva.
Después de tanto tiempo con subidas y bajadas de autoestima (más bajadas que subidas) he sido capaz de reconocer al fin el origen. Porque me encuentro en uno de los baches más gordos que he tenido en años, hacía tantísimo tiempo que no me sentía así, que no vivía a base de ansiedad, de estar pendiente de respirar para no ahogarme.
Hacía tantísimo que no me sentía tan pequeña, tan poca cosa, tan insignificante. Llevaba mucho sin decirle a nadie que dejara de quererme, que no merezco la pena. Cuando estaba ya ahí, tan cerca de conseguir quererme, de sentirme bien. 
Ya no lloraba por las noches, no tenía pesadillas, no me hacía una bola para olvidarme de todo. 
Ya no tenía arañazos ni moratones por todas partes, era capaz de sonreír de verdad, de no forzarme a estar bien.
Había dejado de pensar que no valía para nada, que todo lo que hacía no servía, que no merecía la pena preocuparse por mí.
Ya no me consideraba una zorra fría hija de puta, incluso llegué a pensar por un momento que de verdad podía llegar a hacer bien a alguien, que podía estar con alguien sin destruirle, que de verdad no hacía daño a todo el que se me acercara.
Pude considerar que mi físico tenía potencial, que realmente podía hacer lo que quisiera sin sentirme mal.
Fui tan ilusa que llegué a creer que aprendería a vivir con mis complejos, a llegar a querer lo que durante tantos años he odiado de mi cuerpo.
Y no, una vez más aquí me veo. Totalmente rota, incapaz de ser feliz ni de ayudar a nadie, vacía por dentro, sin nada que ofrecer más allá de dolor. Sigo destruyendo todo lo bonito que tengo en mi vida para no ser feliz, para que no me haga daño en un futuro. Sigo destruyendo a todo aquel que se me acerca. 
Entro sin ser llamada, pongo todo patas arriba y cuando considero que ya he molestado suficiente, me voy. La historia de mi vida en bucle. 
Sigo con mi tendencia a huir de todo para que nada me haga daño, total, bastante tengo con aguantarme a mí misma, suficiente daño me hago yo ya. 
Sigo en mi montaña rusa, solo que esta vez estoy mucho más abajo de lo normal, y no va a ser fácil salir.
Y realmente duele darse otra vez de cara contra la realidad, ser consciente de que en verdad sólo he vivido una mentira todo este tiempo. Nada de lo que he pensado, nada de lo que quería creer era verdad, sigo siendo esa niña asustada de 14 años a la que le hundieron la autoestima. Sigo sin merecer nada de amor, una pizca de preocupación, no valgo nada.
No merezco que nadie se preocupe por mí, y mira que intento cada día echar a la gente y siguen sin darse cuenta. No entiendo el por qué de que pueda llegar a importar a nadie, cuando se dan cuenta de que no merezco la pena es más doloroso para todos. 
Y cuando lo hacen, es después de haberles hecho daño, por lo que yo me hago más daño y caigo un peldaño más abajo. Y ahora mismo estoy tan abajo que no soy capaz de ver la luz. Sólo veo oscuridad, sombras negras donde deberían estar los demás.