Corre y corre sin mirar atrás. ¿De qué huye? ¿De sus sentimientos? ¿Del pasado? ¿De sus miedos?
No lo tiene claro, sólo sabe que no puede parar, que no la pueden alcanzar.
Ella corre y no la importa ya si está en la ciudad o en el bosque, en el barrio o en el centro.
No la importa la gente con la que se choca, no la importan los obstáculos que tiene en frente.
Ella sigue corriendo, no deja que nada la detenga. No permite que esa sombra la coja.
No puede parar. No puede dejarse pillar.
No ve por dónde va, las lágrimas hacen que no vea nada.
¿Qué hay? Lo tiene claro, sólo oscuridad.
Sigue corriendo por esa montaña que nunca acaba, con esa sombra acechándola, cada vez más cerca, cada vez más rápido.
El recorrido es siempre igual. Siempre oscuro. Siempre banal.
No hay nadie que la pueda parar, nadie que la pueda ayudar.
No hay ningún sitio donde meterse, no hay lugar en el que esconderse.
No hay luz. No hay sol. No hay nada.
Sólo hay dolor y lágrimas.
Pero entonces aparece un rayito de luz. Pequeño pero constante.
Alza sus muros y sigue corriendo, ahora huyendo de luz y oscuridad. De felicidad y dolor.
Queda acorralada. Por un lado las sombras. Por otro la luz.
Tiene que parar.
Se acercan.
¿A qué lado irá?
¿Luz o tinieblas?
Que tu alma escoja.
No lo tiene claro, sólo sabe que no puede parar, que no la pueden alcanzar.
Ella corre y no la importa ya si está en la ciudad o en el bosque, en el barrio o en el centro.
No la importa la gente con la que se choca, no la importan los obstáculos que tiene en frente.
Ella sigue corriendo, no deja que nada la detenga. No permite que esa sombra la coja.
No puede parar. No puede dejarse pillar.
No ve por dónde va, las lágrimas hacen que no vea nada.
¿Qué hay? Lo tiene claro, sólo oscuridad.
Sigue corriendo por esa montaña que nunca acaba, con esa sombra acechándola, cada vez más cerca, cada vez más rápido.
El recorrido es siempre igual. Siempre oscuro. Siempre banal.
No hay nadie que la pueda parar, nadie que la pueda ayudar.
No hay ningún sitio donde meterse, no hay lugar en el que esconderse.
No hay luz. No hay sol. No hay nada.
Sólo hay dolor y lágrimas.
Pero entonces aparece un rayito de luz. Pequeño pero constante.
Alza sus muros y sigue corriendo, ahora huyendo de luz y oscuridad. De felicidad y dolor.
Queda acorralada. Por un lado las sombras. Por otro la luz.
Tiene que parar.
Se acercan.
¿A qué lado irá?
¿Luz o tinieblas?
Que tu alma escoja.