martes, 24 de septiembre de 2013

We gotta make the love complete tonight

Parece mentira que sólo hayan pasado dos días desde que no te veo y te eche de menos como si llevara meses sin verte. Parece mentira que me hagas sentir tanto estando tan lejos.
Y es que no soy capaz de meterme en la cama y no pensar en ti. 
Acordarme de cada momento que hemos pasado. De cada segundo que ha pasado entre nosotros.
Acordarme de cuando me despertabas a las 10, abrirte en bragas y que me beses, me beses como si llevaras mucho sin hacerlo, mientras me acorralas contra la pared y dejas tus cosas.
Acordarme de que me cojas en brazos, me digas que estoy preciosa y pongas esa sonrisa tuya que sólo te he visto cuando estamos a solas, mientras no eres capaz de recuperar la respiración. Notar tu corazón acelerado contra mí. Sentir que no eres capaz de apartarte de mí, que sólo eres capaz de besarme, cada vez más, cada vez más rápido, cada vez con más intensidad.
Entonces, decides que es hora de ir hasta mi cama, tumbarnos y dejar que nuestras ganas hagan todo lo demás. Que esas ganas de querernos, de estar cada vez más cerca, lo hagan todo por nosotros. 
Perder la noción del tiempo mientras tú estás en mí. No pensar en nada, sólo en ti, en cómo me haces sentir, en cómo me miras, en cuánto te he echado de menos.
Sentir tus uñas clavándose en mi espalda, mientras las mías arañan la tuya. Morderte, morderte con ganas, soltar todo lo que siento en ese mordisco.
Oír tus "te amo, pequeña" aunque en ese momento no me creería nada de lo que me dijeras.
No callarme nada, decirte todo lo que se me pasa por la cabeza en ese momento.
Mirarte la cara, ser feliz al verte feliz.
Odiarte, odiarte por hacerme tan jodidamente feliz mientras tus caderas dejan moratones en mis muslos.
Es increíble todo lo que me haces sentir con el más mínimo gesto.
Terminar, abrazados, sin querer separarnos ni un milímetro.
¿Quererlo a cada instante? Como si no existiera nada más.

domingo, 22 de septiembre de 2013

A tú, coso estúpido.

Sigo escribiendo entradas con retraso, que ya no es tanto.
Escribo a toda esa gente que en este mes me han hecho sentir algo en especial, ya sea la mayor nolstalgia, como la anterior o la mayor felicidad, como esta.
Hace seis meses(y algunos días) que conocí mi felicidad. A ese, mi mayor amor. A él, mi seienchin.
A ese que captó mi atención desde la primera vez que le conocí(en persona). A ese que a la misma vez me fascinaba y me cortaba. A ese tan extraño como su tatuaje en la mano. (Y sí, a estas alturas ya estoy llorando) A ese que supo evitar sin conocerme que hiciera algo que siempre he hecho, huir. A ese, que aún diciendo que no era bueno, tenía mi confianza con solo mirarle a los ojos. A ese que pensaba y actuaba de igual modo. A ese que no hacía falta decir las cosas, porque ya las sabía. A ese, que sin comerlo ni beberlo, se ha convertido en tanto en mi vida.
Y es que es difícil encontrar a alguien capaz de recorrer hora y media de tren para conocer a alguien. Pero más difícil es que además le tengas tres horas andando sin parar, lloviendo y que no se queje ni una sola vez.
Y es que él era capaz de hacer que yo hablara sin parar, a pesar de que apenas le conocía.
Cada cosa que me ha hecho sentir ha sido especial y única, incomparable a nada anterior a él.
Y es que cada día estoy más enamorada.
Y es que cada día le necesito más.
Le necesito. A él, a sus caricias,  a sus miradas, a su media sonrisa que me derrite, a sus abrazos, a los despertares en su cama.
Y si algo he aprendido en estos seis meses es que no conoces realmente a alguien cuando solo le ves actuar en una situación determinada.
Y si algo me has enseñado en estos seis meses es que no estoy sola.
Y si algo he odiado ha sido que sepas ver todo a través de mí, no ser capaz de no preocuparte por las cosas.
Y si algo necesito a cada momento, es a ti.
Llegaste en no buen momento y me pusiste todo patas arriba.
Gracias por estos seis meses, quepeño.

A ti, mi genia.

Hoy, escribo, con mayor sensación de haber llegado tarde que cuando te conocí.
Escribo, tarde como siempre, debiéndome muchas entradas pendientes, tantas, que no sé por dónde empezar a escribir. Sé que esta noche va a ser dura, ya que todas las entradas que tengo escritas me han hecho llorar, ya sea de alegría o de tristeza, o de las dos, como es el caso de esta.
Sé, sin embargo, a quién va la primera. A ella, a la mejor, a mi genia de la lámpara.

Dicen que cuando alguien muere solemos recordarles como gente perfecta, sin errores, les idealizamos. 
Me considero una de las pocas personas(lo más probable es que me equivoque) que actualmente saben apreciar lo que sucede a su alrededor sin mentirse para un "todo está bien".

"He tardado en escribirte, abuela. Tú y yo sabemos por qué, o por quién, no lo pude hacer en su momento. Espero, también sepas cuáles eran mis intenciones, mis ideas en ese día, mi mayor preocupación. No todo me va tan bien como esperaba, ¿sabes? He perdido mucho en este año, pero considero que también he ganado bastante, y probablemente he ganado más de lo que perdí. Estoy más sola, sí, pero también más acompañada, más comprendida. Este es mi último año, ¿sabes? Tengo mucho miedo. Sigo pensando qué pasaría el día de mi graduación si tú estuvieras aquí, conmigo. Tú, con tu falda de flores, con tu mejor sonrisa, dándome esos achuchones que tanto echo de menos, como cuando era pequeña.
Te echo de menos, abuela."
Escribo esta carta tarde, dos semanas tarde. Quizá será que hasta ahora no me he atrevido a pensar tanto en ti, genia.
He de decir, que sólo se me olvidó decirte una cosa y es "GRACIAS".

06/09/2011 - 06/09/2013

jueves, 12 de septiembre de 2013

Querida alma gemela, sólo espero que me leas.

Un día como hoy sólo puedo echarla de menos. Echar de menos sus abrazos, tantos momentos, tantas risas, tanta confianza. Hace tiempo que no tengo una mejor amiga con la que sentarme en el banco o en las escaleras de una iglesia a contarnos las cosas. Alguien con quien hablar de verdad de todos mis miedos, de todo lo que me pasa por dentro. Hace tiempo que dejé de saber qué era amistad y qué no, en quién confiar y creo, que como no lo sabía, dejé de confiar en todos.
No sé expresar lo que es no tener a ese alguien que he tenido siempre, ese que me comprende con sólo mirarle o que cuando decimos de pillar la matrícula de alguien, cada una sabe lo que tiene que mirar sin decírnoslo. Pensar lo mismo a la vez, actuar igual, reírnos hasta por las cosas malas que nos vengan.
Echo de menos ese sentimiento de que todo va bien cuando estoy con alguien que de verdad me comprende y con el cual puedo hablar todo. Echo de menos sentir que está siempre a tu lado, que aunque llevéis días sin hablar, te va a llamar y te va a contar todo, con pelos y señales, demostrándote que le importas.
No sé cuándo cambió todo y se fue todo a la mierda, la confianza se transformó en ataques, la comprensión, en indiferencia. No sé en realidad qué pasó para que todo esté así. Supongo que soy yo, mi paranoia, mi falta de confianza en mí misma. Supongo que te fallé, que no te apoyé lo suficiente, o no al menos como te merecías después de tantos años y de tanto.
Hoy, mirando atrás, a tantos años, a tantos momentos, a tanto que tiene que ver contigo sólo puedo decir que te echo de menos.