miércoles, 20 de enero de 2016

I had to carry her.

Llevaba tantísimo tiempo sin escribir que notaba las palabras nunca escritas arremolinándose en mi garganta, creando un nudo de magnitud tal, que me hace imposible el hablar.
Quizá me acostumbré demasiado a saber escribir sólo en los malos momentos, a empezar novelas, a criticar todo y sacarlo de mí escribiendo, que no sé hacerlo cuando las cosas no van mal, que no puedo desahogarme cuando lo necesito, sólo por no sentir ese malestar.
Y la verdad, echaba de menos poder escribir, de mi manera burda de siempre, como si nada fuera bien.
Puede que el hecho de escribir siempre sobre él, también influyera en dejar de escribir, el miedo a depender tanto de alguien, tanto como para transformarlo en mi musa, en mi amor. Miedo a no saber hablar de nada que no fuera él, de no tener nada más.
Y prometo que intentaré mantener mi costumbre de escritura, ya sea en este o en otros blogs.
Tengo que mantener a mi musa inspirada.

Anyhow...

Me apena el pensar que a veces tengas tanta gente a tu alrededor que no conoce ni una mínima parte de ti. Gente que nunca ha visto tu sonrisa, que sólo conoce tu desgana, tu falta de interés, tu vergüenza aparente.
Toda esa gente que no es capaz de ver la persona tan maravillosa que puedes llegar a ser, que nunca ha oído a esa personalidad tuya, esa que sólo es capaz de decir cosas bonitas, con voz melosa, que me hace sonreír y querer besarte a cada segundo.
Me entristece realmente, porque no saben ver tus distintas personalidades, los matices de cada una de ellas, saber diferenciarlas, a pesar de que a día de hoy a veces me cuesta reconocerlas.
No saben ver quién eres en cada momento dependiendo de la voz que pones, que no saben ver qué quieres según tu tono y tu simple mirada.
Que no ven qué significa cuando tienes un ojo medio cerrado, cuando te brillan los ojos, cuando pones una media sonrisa.
Incapaces de ver más allá de ellos mismos, o quizá tú, que no eres capaz de mostrarte tal y como eres, que te escondes de todo y todos bajo tu brillante armadura negra.
Y todo esto me lleva a querer agradecerte que me dejes atravesar esa armadura, que me muestres cómo eres en realidad, tus verdaderos intereses, miedos y esperanzas.
Gracias por ser como eres, por mostrarte tal y como eres ante mí.