domingo, 17 de marzo de 2019

11/03/2019

Ni la más cruel de tus embestidas pudo jamás cortar mis alas.
Porque aunque me intentaras colocar en esa jaula a la fuerza, yo siempre fui libre, volé cuando tú no mirabas y te escupía desde arriba.
Cuando mirabas, yo volvía a mi jaula, disimulando.
Atesorando bajo mi negra ala la dorada llave que conllevaba mi libertad.
Y ocurrió que un día, tú te volviste a mirarme, pero esa jaula yacía rota en el suelo, y a mí ya no me encontraste porque volaba más alto de lo que jamás me llegué a atrever.
Y con mis alas dibujé la libertad sobre un cielo neblinoso, lancé tu llave dorada al fondo de aquel lago y jamás volví a pisar tierra firme.
Y así, fue como no tuviste la oportunidad de volver a atraparme
jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario