lunes, 11 de enero de 2021

How wonderful life is...

 Hubo dos momentos clave.

Dos momentos que me hicieron abrir los ojos. 

Abrí los ojos a lo que tenía delante.

A lo que sentía dentro de mí.

Hubo dos momentos preciosos que atesoro en una cajita en mi corazón.

No se me dificulta saber cuál fue primero. 

Si me empeño, incluso tengo tres momentos que hicieron que todo cobrara sentido.

El primero lo recuerdo con una sensación de malestar y éxtasis a partes iguales.

Malestar por ese chupito de Jager que nunca debí tomar.

Pero el enfado fue superior y lo "curé" con ese chupito.

Éxtasis por ese primer amanecer en el mirador.

Sentada en un coche encima de ti, acurrucada.

Luchando contra el dolor de mi estómago, contra el sueño.

Ese fue el primer momento en el que mi cabeza susurró un "te quiero" que nunca llegué a decir. 

Subí las escaleras de mi casa pensando que era idiota.

Me metí en la cama con la agitación de los recuerdos.

De la primera vez que fui consciente de que te quería pero tenía miedo.

El segundo lo recuerdo con vergüenza y cariño.

Habían pasado apenas un par de semanas del primer recuerdo.

En una discoteca, convenciéndote de que vinieras a verme.

Te recuerdo dejando la cerveza y tendiéndome la mano para bailar.

Nunca nadie me había sacado a bailar.

Recuerdo la vergüenza de estar abrazada a ti siendo una torpe.

Y el cariño inmenso de mirarte a los ojos.

Recuerdo haber acabado en el mismo mirador, pero con otro final.

Estaba enamorada y no sabía expresarlo con palabras aún.

Incluso si me esfuerzo, me vienen cuatro recuerdos preciosos.

El tercero es en mi cama.

Tumbada encima de ti, abrazados desnudos.

Acabábamos de terminar y semi dormida y en éxtasis susurré un "te quiero" apenas audible.

Recuerdo que me abrazaste y que los miedos se fueron un poquito. 

Aún seguíamos sin ser nada. 

El último precioso, el que marcó todo, fue una conversación.

Una conversación que ni siquiera fue contigo.

Tenía miedo porque me pidieras ser algo oficial y no saber qué decir.

Antes que tú, alguien me preguntó qué quería contigo.

Mi respuesta me sorprendió más a mí misma que a nadie.

"¿Sinceramente? Lo quiero todo"

Ahí ya fue para mí innegable saber que estaba demasiado enamorada.

Y, a día de hoy, casi un año y medio después, mi respuesta sigue siendo la misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario